miércoles, 28 de junio de 2017

¿Una marica es un hombre?

Toda lucha y reivindicación de una minoría ha de venir necesariamente vinculada a la de otros sujetos oprimidos por un mal común. Este es un texto que pretende vincular la lucha marica con la feminista y reivindicar el uso del femenino como estrategia política emancipadora.

Los procesos de reivindicación han de sufrir mutaciones y desviarse de otros que ya han sido transitados o están en fase de tránsito, por esto y por más razones las maricas debemos usar el lenguaje de las mujeres que ya desde niñxs han sido nuestras aliadas.

Ningún maricón hubiera podido sobrevivir en el instituto sin su mejor amiga, sin esas niñas que otorgaban un espacio de seguridad en esa jungla patriarcal que es la socialización el colegio. Sin embargo, cuando una marica crece y se hace un hombre entiende que para tener un hueco en la sociedad y poder disfrutar de los privilegios ha de entrar en el terreno de la normalidad y justificar su existencia bajo la premisa de que un marica también es un hombre. Claro que no queríamos jugar en el bando de las mujeres porque ellas sí que lo tienen jodido.


La estrategia del acoso, tradicionalmente ha usado la técnica de utilizar insultos en femenino (nenaza, bujarra, maricona, mariquita, ) con el objetivo de bajarnos en el escalón del privilegio de la hombría. Y nosotras, criadas también bajo la lógica heteropatriarcal peleábamos con uñas y dientes alegando que no, que nosotras también somos hombres y que podemos llegar a ser tan normales como ellos, sin darnos ni siquiera cuenta que esa normalidad nos situaba en el bando del opresor. Recientemente esa señora llamada @eliad cohen, que se proclamó la elegida para normalizar a todas las nenazas televisivas de Telecinco,  la ha cagado muchísimo insistiendo en esta idea y dos meses después la volvió a cagar considerando en un cortometraje que las maricas respetables son hombres.

Esto pasó a nivel individual, pero también a nivel colectivo, ya que la lucha marica generó y degeneró una serie de estrategias internas que colocaban la masculinidad en el eje central de nuestra reinvindicación. Por ello, cuando empezó a configurarse el mariconismo como nicho de mercado, se configuraba en parte dentro de la reinvindicación de la masculinidad. El colectivo bear es un buen ejemplo de todo esto. (Yo super a favor de los brazos grandes de los hombres), pero teniendo muy presente que sucedió hace 50 años, medio siglo.

Esto nos trajo cosas buenas (el fetichismo de la masculinidad) pero también otras malas (situar lo femenino en el terreno de lo ¨no deseable¨para unos hombres como nosotros).

Pero mi objetivo con esto, es repensar qué ha pasado con la historia de la reivindicación marica y proponer estrategias diametralmente opuestas a estas, dando por sentado, que esa lucha por la masculinidad ya está ganada. Por ganada me refiero a que está tocada y hundida.

Ya todo el mundo heterosexual sabe que hay mariconas la mar de masculinas, que podemos ser jueces, políticos de derechas y magnates del petrodolar, sin embargo, nos sigue jodiendo la pluma, y nos sigue jodiendo que el resto del mundo vea la marcha del orgullo como 4 locas montadas en una carroza. Esto hace chico favor al colectivo, no todos somos así, también hay personas las mar de normales dentro de este circo.  Todavía no hemos superado estos insultos pueriles del colegio y ahora como marimilitantas seguimos cogiendo el altavoz para reivindicar que las maricas podemos llegar a ser muy hombras. 

A lo más que hemos llegado es a respetar y a tolerar la pluma (oye tía no te metas con las locas que son muy buenas personas, yo tengo muchas amigas locas). “Loca” esa palabra que estigmatiza por igual a dementes y mujeres. La palabra cordura se parece tanto a la palabra cuerda.

Pues bien, ahora yo me planteo si una marica es un hombre. Si las maricas tenemos que estar utilizando todo el rato el masculino para hablar entre nosotrxs, y si queremos/debemos bajarnos del peldaño del privilegio. Paco Vidarte decía que las maricas tenemos el presente y tenemos el futuro, pero que nos da un miedo horrible a mirarnos de niñas. Lleva toda la razón. Yo me planteo si ese miedo ha sido el mismo que nos ha hecho desvincularnos de las mujeres (reales) en nuestra vida adulta, en ese paraíso que hemos construido gracias en parte a los movimientos de reivindicación y gracias también los movimientos económicos que nos han convertido en nicho de mercado. Porque sí, lo queramos o no, somos un nicho de mercado y eso ha anulado nuestra rabia, nuestra capacidad de “odio”.

A mi me gusta mucho quejarme, y quedarme en minoría en mi día a día, eso para mí también es resistencia y nadie me lo va a quitar. También en minoría dentro una minoría. Yo no peleo con puños, ni insultos, ni tanques ni bombas. A mi me gusta pelear, con la palabra, con la volatilidad y la incomodidad que supone ocupar espacios que no están destinados para mi cómo hombre blanco de clase media (ese eufemismo que me sigue situando taaaan por encima).Pero también soy cobarde, porque habitualmente peleo desde mi zona de confort, pero eso ya es otro tema.

Ya sabemos que las maricas podemos ser muy masculinas, ahora tenemos que empezar/continuar a reivindicar nuestra feminidad. Hablemos de nosotras, digámonos nenas, establezcamos categorías, hagamos literalmente lo que nos salga del coño.

Ya nos apropiamos de la palabra maricón, y le quitamos su intencionalidad de odio. Entre las maricas las usamos y eso nos proporciona un vínculo la mar de interesante, porque generamos espacios de entendimiento que no cabe lugar si hay otra persona que no sea una marica.

Sobre si una marica es un hombre, yo diría que no o más bien no deberíamos de serlo. Empecemos a considerarnos mujeres. Nos oprime lo mismo, pero no de la misma manera, por ello, también diferenciemonos. Una marica es una mujer, pero no real. No es real, porque seguimos conservando y utilizando nuestros privilegios de hombre, por muy en femenino queramos hablar. Por supuesto la lucha trans también quiero que esté con nosotros. Por ello, hablemos de mujer cuando seamos maricas y hablemos de mujer real para referirnos a las mujeres cis y también a las trans.

Ocupemos el femenino todo el rato como estrategia para vincular a las mujeres en nuestros espacios. Vincularlas más todavía y devolverles esa fidelidad, entendimiento y respeto que ellas nos dieron en el colegio y que nos siguen dando cuando nos enamoramos de machirulos homosexuales. No olvidemos que lo que les aprieta a ellas es lo mismo que nos aprieta a nosotras. Ya sabéis a lo que me refiero, no voy a poner esa palabra aquí porque ya está muy manida. Estemos con ellas, de verdad, es el bando más libre. Estar con ellas también es mantenerse en la retaguardia, olvidar la primera fila desde la que nos ha educado, ser aliados, no líderes. No olvidemos también que el mundo está como está gracias al liderazgo sociopolítico de la masculinidad (incluyamos aquí también a Margaret Thatcher, Angela Merkel o Esperanza Aguirre, entre otros). Abandonar la primera línea es también pensar que por muy mujeres que nos sintamos seguiremos cobrando más que las mujeres reales y seguiremos andando sin mirar atrás en la noche.



Si ha sido todo lo vinculado a la masculinidad los que nos ha pisado tanto, ¿por qué seguir utilizándolo? ¿Cómo puede una estar cómoda dentro de un corsé? Tenemos que seguir usándolo, claro, pero también de una manera estratégica. Usándolo en espacios inseguros y para recalcar la negatividad de lo masculino.
Sabremos que esta estrategia funciona si:
  • ·         Incomoda a los chicos heteros dinamitando sus espacios.
  • ·         Incomoda a los maricones.
  • ·         Si las mujeres reales empiezan a utilizar la dicotomía mujer/mujer real.
  • ·         Si otras personas empiezan a usarlos aunque sea de manera irónica.
  • ·         Si te prohíben utilizar estas categorías.
  • ·   Si cuando te estés refiriendo en tercera persona en femenino te pregunten si te refieres a una mujer real o no.

Esta estrategia no es definitiva; toda buena estrategia acaba funcionando cuando pierden su razón de ser. Por lo tanto, usémosla y dejemos de usarla cuando terminemos de identificarnos con las mujeres.
También hay mujeres homofóbas, pero para mí, eso no son mujeres.

Sin mujeres reales no hay orgullo. Sin mujeres reales no hay mariconas.


#Stopplumofobiahombreya



  




domingo, 4 de junio de 2017

Diario de un voyeur



Había vuelto a mi vida sin ni siquiera sospecharlo; yo llegaba apresurado al metro como todos los días y el tren entraba en el andén cuando yo todavía no había terminado de bajar las escaleras. Gané la medalla de oro en los 12 metros obstáculos. 

Allí estaba él, de pie, consultando las notificaciones del día. Me puse de espaldas a él para que no sintiera mi mirada acosadora, esa mirada que meses atrás le dedicaba en exclusiva a cada uno de los detalles que formaban su figura. Pero yo, que no soy nueva en esto, me guardaba una carta bajo el brazo: podía ver su reflejo en el cristal que tenía enfrente.

Por fin, en la parada de Sants estació se bajaba una pasajera de la fila de asientos que había a su lado. Lástima que no podía verlo de frente. El destino me llamaba a ser discreta, a conseguir la victoria en la prudencia. Solo me quedaba mirarlo de reojo. 

Su chaqueta negra perfila el bulto de su pantalón, enmarcado en un precioso cinturón que lucía un día sí y un día no. El sumum de la sutileza. Eso me bastaba. Por fin se aposenta, y sus virtudes realzan su figura sentada. 

Todavía me perdía en cada uno de sus detalles; su pelo era fuerte y abundante con una ancha frente que desvelaba su cuarentidad. Su ropa, casi ejecutiva, bambas informales, camisa sin chaqueta. Su barba, lo suficientemente corta como para trabajar cara al público en cualquier administración y lo suficientemente larga para llamar mi atención. Sus gafas de concha, que se ponía y quitaba cada vez que miraba el móvil, las suficientes veces como para desvelar su coquetería. 

Por fín hoy no me había castigado con su indiferencia. ¿Habrá sido culpa de mi discreción o quizá había engordado tanto que ya no reconoce a su voyeur del metro?

Nadie


sábado, 13 de mayo de 2017

Los Consejos de Paul B. Preciado



No produzcas nada.
Cambia de sexo.
Conviértete en maestro de tu profesor.
Limpia la casa de tu limpiadora.
Baila sobre las tumbas de tu cementerio secreto.
Cambia de nombre. 
Cambia de ancestros.
Haz las maletas sin saber a dónde te mudas.
Abandona a tus hijos.
Deja de trabajar.
Entra en un campo de refugiados y escenifica Rebelión en la granja.
Cierre tu cuenta de Facebook.
No sonrías para la foto.
Abandona a tu mujer por un caballo.
Estudio griego.
Entra en un matadero y escenifíca Rebelión en la granja.
Regala tus zapatos más bonitos.
Abandona a tu mujer por un árbol.
No pagues tu deuda.
Destruye tu tarjeta de crédito.
Valora eso que los demás consideran inútil.
Admira eso que los demás consideran patética.
Sé invisible.
Trenza.
Teje.
No contruyas una casa.
No acumules.
No comas otros animales.
Si aún no lo has hecho, no te reproduzcas. 
No seas moderno.
Entra en un asilo y escenifica Rebelión en la granja.
No dejes pistas.
Envía una carta a tus enemigos: "Renuncio. Feliz año".
Escoge la vida en vez de escoger la prologación científica de la esperanza de vida.
Todos los animales son iguales. 


Paul B. Preciado.
Texto publicado en Liberatión





lunes, 22 de agosto de 2016

La tristeza humana


Un artista anónimo del que solo se le conoce su firma (hi) ha retratado mediante su trabajo las hondas emociones que produce la tristeza. Una serie de numerosos chavales jóvenes llenos de melancolía en su mirada forman su obra. 

Al descubrirlo entré en un proceso fuerte de inspiración y de reflexión sobre la tristeza humana y salió esto. Ahí lo llevan, súfranlo. 





La tristeza, ese sentimiento relegado, olvidado e infravalorado, oculto en las postrimerías de nuestro ideal de belleza ha de ver la luz. El ser humano necesita no solo estar triste, sino zambullirse en sus aguas. Tenemos que mirar a los ojos a nuestros fracasos con nuestros ojos reventados de dolor. Con rojo lágrima, rojo ojera.

La tristeza es la falta de consuelo, o mejor dicho, la idea de la falta de consuelo. No hay una honda grieta más grande que el matrimonio lésbico entre Consuelo y Amparo, chantajeado de forma continuada en la sombra por Soledad, la tercera en discordia. Es un matrimonio malavenido que se va balanceando en un baile sinuoso que llega desde el estómago a la garganta.


La tristeza es una herida que aún no ha empezado a cicatrizar, que casi no es herida porque aún está abierta. No podemos obviarla ni luchar contra ella, porque caeríamos en la trampa de querer ocultarla bajo una alfombra de emociones compradas e impostadas. Una alfombra que no pararía de crecer; que la mierda esté oculta no significa que no pueda acumularse. Hay que estar en sintonía con la tristeza, dejar que nos impregne la mirada, dejar que nos ponga rígido el ictus.

Girar la cabeza lenta y premeditadamente solo para mirar atrás, para enfrentarte a tus decisiones y tus salidas de tono. Mirar atrás solo para ver en qué punto fracasaron tus planes. Un ejercicio que requiere aguantar con estoicidad cualquier tipo de tortura posible: desde los puñales en el pecho hasta las plumas en los pies, hasta la repetición continuada de los momentos en que tenías fe en tus expectativas. 

No se quiere (a) quien no mira atrás lleno de de melancolía . No se quiere a sí mismo nadie quien no sepa dar un silencio para no infringir dolor. No crece quien no decrece, quien no decrece sus ganas de hacer decrecer al otro. Quien abandona el gregarismo, la voluntariedad, la alteridad. No crece a quien no le permiten estar triste.






Suelo pensar que cuando llego a casa por fin puedo recuperar toda la soledad que he ido perdiendo a lo largo del día. Siento que entonces es el momento de enroscarme en mi mismo queriendo tomar forma de una constelación lejana, cuando sé que en realidad soy la más mínima unidad de medida que puede existir en este juego de niños que llamamos vida.

 La tristeza tiene que achicarte para luego crecerte, solo para aprender que en realidad no eres tan grande, mediante una bofetada.
La tristeza también es la verdad callada en el corazón. La sombra continuada del silencio, del secreto. El misterio de los nuevos misterios. Sentir la tristeza ya al despertar a un día nuevo.

Estar triste es la sublimación del alma. Es una careta interior destinada solo a engañarnos a nosotros mismos. A veces la podemos ver como un truco, un fraude trilero, pero esencial al fin y al cabo para activar un proceso profundo y real de reflexión sobre uno mismo. La búsqueda de un mínimo común denominador de lo que es ser uno mismo. La búsqueda de un patrón común a tus reacciones.

Al parecer la única regla que domina todos los tipos de tristeza es la Soledad. La tristeza hay que vivirla solo, no quiere compañeros de piso, y eso querida amiga, es el auténtico calvario de la persona triste. No poder compartir la tristeza por miedo a ser tomada como un reclamo de compañía. La personas no soportan la tristeza de otros, no soportan verlos en el fango, no soportan el calvario de la persona triste. El miedo a pedir ayuda sin duda es la enfermedad del siglo XXI.







La tristeza, el ahondamiento no es lo mismo que el drama, porque el drama implica una situación, un contexto, una pérdida, una lágrima del otro inundando nuestra cara. La tristeza es algo individual y transferible, no atiende a un porqué y no espera a que el camino enrevesado de zarzamoras nos impida salir, nos impida la huida.

La tristeza es absolutísima, tiene impregnarlo todo de tristeza; tiene que teñir todo con la presencia de todos los colores mezclados. Tiene que convertir la sonrisa del joven  que mira su niñez en la más terrible desdicha; el recuerdo del primer beso como una sentencia condenatoria sobre las promesas.

Pero en realidad no estoy muy seguro de todo esto porque solamente me tomo el lujo de escribirlo. ¿Que como se ha de vivir este sentimiento? Eso quisiera yo saber… 





                            Todas las imágenes son de 

viernes, 12 de agosto de 2016

El varón de cuerpo recio que piensa


La belleza de la forma humana puede admirarse en los dos sexos: el hombre de músculos enjutos y duros, la mujer de lineas contorneadas y sinuosas: ambos son la armonía. El desnudo como fin, el desnudo integral como poema, el nudismo a plena luz. El culto al desnudo tiene por igual sus atractivos en las juventudes femeninas como masculinas, cada cual con sus peculiares características. Los hombres y a las mujeres disciernen y les gusta encargarse de regenerar la raza, porque les despierta este amor la generación venidera.

Pentalfa, 1932

martes, 23 de septiembre de 2014

23S Manifiesto del Día de la Bisexualidad




 La lucha por una sociedad libre de cualquier tipo de discriminación sigue viva y es uno de los fundamentos por los que trabaja el movimiento asociativo juvenil. Queremos hacer patente que las discriminaciones por razón de orientación y / o identidad sexual continúan, desgraciadamente, a la orden del día y que creemos firmemente en la importancia de las tareas de sensibilización y concienciación que se llevan a cabo desde entidades y instituciones. 

 También consideramos primordial que el movimiento LGBT sea visible en toda su diversidad, ya que será a partir de ahí que todas las personas podrán ser libres independientemente de cuál sea su orientación y / o identidad sexual. La visibilidad LGBT no debe ser vista como una moda, sino como un tema político y social de primer orden; un punto fundamental en la agenda de cualquier asociación. 

 Este es el caso de las chicas y los chicos bisexuales, que luchan para que sus reivindicaciones tampoco se olviden. Las personas bisexuales se encuentran en todas partes y, las que se hacen visibles, muy a menudo se encuentran con situaciones y comentarios que constatan la discriminación hacia este colectivo. 

 La bisexualidad es la orientación sexual de aquellas personas que pueden sentir atracción física y / o emocional para personas de más de un género y / o sexo; no necesariamente en el mismo momento, no necesariamente de la misma manera y no necesariamente con la misma intensidad. 

 Cada uno de nosotros somos libres de vivir y relacionarnos tal como lo sentimos; todas las etiquetas son válidas y el respeto de éstas es fundamental. Debemos aceptar que una persona es bisexual cuando, y sólo cuando, se considera como tal. Olvidemos pues visiones dualistas de orientación y género y tengamos presente que hay personas que prefieren otras definiciones o, incluso, ninguna. 

 Lamentablemente, todavía existe una visión estereotipada y ciertos prejuicios, también desde el propio colectivo LGBT, que pueden llegar a perjudicar la salud emocional y física de las personas bisexuales. Esta presión social tiene lugar, por ejemplo, cuando se relaciona la bisexualidad con el vicio, la promiscuidad, la indecisión o la curiosidad. Si estas actitudes no se educan, pueden derivar en bifobia: el conjunto de comportamientos, sentimientos, actitudes y políticas que discriminan a las personas bisexuales a través de la negación, la invisibilidad, la marginación y la exclusión; incluyendo también cualquier otro tipo de violencia hacia estas personas. 

 Consideramos que todo este conjunto de hechos se pueden y se deben evitar. Para ello, reivindicamos: 

- Visualizar la bisexualidad cuando se habla de orientación e identidad sexual en cualquiera de los ámbitos (político, educativo, comunicativo ...) 

-Recuperar la asignatura de la Educación para la Ciudadanía, entendiendo que es un espacio donde se trabaja para fomentar el respeto hacia la diversidad en la educación formal. En su defecto, atender transversalmente la diversidad sexual y de género en el currículo escolar. 

- Reconocer la bisexualidad a nivel institucional. Tener en cuenta la bisexualidad en el Consejo Municipal de Gays, Lesbianas y hombres y mujeres Transexuales del Ayuntamiento de Barcelona; así como en el conjunto de entidades, tanto nacionales como estatales, relacionadas con las personas LGBT. 

- Dotar de recursos y formación a los educadores y educadoras para atender las necesidades de los y las adolescentes y jóvenes LGBT y prevenir la discriminación por motivos de LGBTfòbia. 
- Tener en cuenta, desde el movimiento asociativo, la diversidad sexual en toda su riqueza, y contemplar de manera transversal: considerar su vertiente política, social y cultural.

CJB- Grupo de Trabajo LGTB

sábado, 17 de mayo de 2014

17 Razones para celebrar el día contra la homofobia






I - Porque el insulto más oído en las escuelas es "maricón".

II- Porque aun hay que salir una cosa que se llama armario.

III- Porque ser gai no es un estilo de vida.

IV- Porque la pluma no es posesión exclusiva de los gais.

V- Porque hay que conseguir que celebremos el día  contra la transfobia.

VI- Porque un tercio de los países de la ONU criminalizan a las personas por su orientación sexual.

VII- Porque no es lo mismo ser un marica de urbe que un marica de pueblo.

VIII- Porque hay maricas pobres.

IX- Porque no necesitamos oír comentarios del tipo "me encantan los gais, me parecen todos bellísimas personas" ni nada por el estilo.

X-Porque la homofobia alimenta el monstruo del racismo, la xenofobia y el sexismo.

XI- Porque el modelo de gai entierra al gai de la tercera edad. 

XII- Porque la justicia española no considera delito que un obispo diga comentarios abiertamente homófobos en una homilía emitida por la televisión pública.

XIII- Porque hay gais religiosos que sufren una doble discriminación.

XIV- Porque todavía hay gente que tiene que emigrar y romper con todo a causa de su orientación sexual.

XV- Porque en Sitges, una de las ciudades más gayfriendly de España acaba de haber una lapidación a hombre por marica.

XVI- Porque el Word no reconoce la palabra "homófobo".

XVII- Porque la homofobia propaga el VIH/SIDA por el mundo.






martes, 6 de mayo de 2014

Nuevas categorías sexuales




En este mundo tan complejo y plagado de multitud de opciones sobre las que construimos nuestra identidad, surge la necesidad de crear nuevas categorías para definir nuevas maneras de entender el género y las relaciones socio-afectivas. Las categorías dicotómicas hombre/mujer, homosexual/heterosexual se nos quedan cortas para definir el complejo entramado de nuestra identidad.También se está cuestionando el ideal de amor romántico exclusivista y posesivo con el que tan bien nos ha educado Disney.
Cómo son las palabras las que construyen el mundo y la realidad que vivimos, necesitamos estas categorías para visibilizar la diversidad y múltiples enfoques desde los que se puede mirar la vida. El mundo cambia y también nuestra manera de relacionarnos.

Reflexionamos en definitiva sobre ándroginos, pansexuales, demisexuales, gente queer o poliamorosos,sobre lo apropiado o no que es la creación de estas etiquetas y sobre las maneras de entender la diversidad. Además de hacer un repaso por las noticias del mundo lgtb de esta última semana.

Parte 1:





Parte 2:

domingo, 13 de abril de 2014

La anunciación



Mujer de virginales caderas y maneras,
que frecuentas la calle cuando es oscura,
seduciendo hombres para lujuriosos perversiones,
con tus andares y lascivas posturas.

Tú que estas hecha de caricias de mil hombres,
que en tí no existe lo puritano,
que eres el escape de la realidad de los pobres,
que carreteras con kilómetros son tus manos.

Vengo a derrumbar tu mundo,
a convertirte en otra persona para la eternidad
porque crece dentro de ti alguien que será tu cadena,
tu que huyes del embarazo.

Te anuncio también que ahoras eres virgen para todos,
porque nunca has acometido el acto de amor, con quien mas querías.
Tu hijo será un rebelde que te sumergirá en la pena.
Y su religión hará de ti una imagen falsa.

No serás la mujer sedienta de sed,
serás la mujer que no siente.

No serás la provocadora de amor,
serás eterna represión.


No se tendrá en cuenta tu fuerza,
serás perpetua delicadeza.

Por eso vengo a anunciarte que te olvides lo que un dia fuiste,
que yo como paloma voy a cortarte las alas
por no saber amar
y fundir la carne y el corazón.

No será ejemplo tu libidinosa vida,
porque la empresa que crea tu falsa historia,
pretende difundir lo que nunca fuiste.
Será el castigo para las hembras humanas
el ignorar al cuerpo.




sábado, 1 de marzo de 2014

Dejarse querer


Siempre se peleaban por ver quien era quien daba entera su vida y quien el que solo se dejaba querer... Ambos temían que no terminara nunca esa dura condena de amor...

sábado, 8 de febrero de 2014

Oración al Santo Niño Marica




Santo niño marica, defiende a les niñes diferentes, al niño que ama vestir de rosa, a la chica pequeña que sueña con casarse con su mejor amiga, a les niñes queer, maricones, jotos, putos, lenchas, tortilleras, transexuales y transgénero. A todes eses niñes invisibles y violentados por el régimen heteropatriarcal. Defiende su derecho a la libre autodeterminación del género y sexualidad, su derecho a crecer en un mundo sin violencia sexual ni genérica.

Ilustración de Medusczka

jueves, 9 de enero de 2014

La poesía es una puta



La poesía es una enorme puta
que se abre si le pagas
y se va con cualquiera.

Un pensamiento ante mi se abre.
La poesía corrompe al poeta.

Dos hombres ante mi se bañan
y la poesía es una enorme puta.

La herida como una rosa se abre
una eterna espera ante mí se abre.

Mi poesía se va con cualquiera
que la compre y denigre,
con un simple "te adoro"
ella se abre.

El folio en blanco es un burdel
dónde alternan adjetivos y verbos,
que venden al poeta que les dio vida.

La poesía reniega del poeta
y se rebela ante él,
reprochando que es ella
quien crea los sentimientos,
y que también puede destruirlos,
que no es una ficción,
que es ella quien domina al poeta.

Reprocha la poesía al poeta
que solo exista en el folio,
que haya sido escrita
sobre el liquido elemento.

La poesía ante mí se rebela
y me rehuye por prostituirla.

Mi poesía no es nada,
si no se va con cualquiera.



Imagen: William Van Der Perre




jueves, 28 de noviembre de 2013

Oda al Oh











Oh gemido de mi boca
que a la vida convoca.

Oh desprecio de mi mente
ante los folios que mienten.

Oh eterno retorno
a la decadencia de mi entorno.

Oh rumor de mi piel
que aún huele a hiel.

Maldita la rima que no llega a la cima.
















Imagen: Roberto Ferri

lunes, 25 de noviembre de 2013

La Subcultura Bear


A finales de los 80 el barrio de Castro, en San Francisco, era ya muy conocido como un espacio gay: proliferaban los locales de ambiente, librerías, cines, restaurantes, la mayor parte de los residentes en el área eran gays, y numerosas organizaciones tenían sus sedes en el barrio.

El Castro no era ajeno a la estética del momento; por sus calles era frecuente ver paseando chicos de porte atlético, bien afeitados, jóvenes, elegantemente vestidos a la moda, afanándose en reproducir el modelo de belleza gay imperante. Pero, en esa misma acera, empezaban a aparcar sus motos unos tipos de aspecto muy distinto: barbudos, barrigudos, corpulentos, con las piernas enfundadas en viejos vaqueros y el vello del pecho asomando de la camisa de leñador entreabierta: los osos. Nadie sabe con seguridad cuándo se empezó a generalizar el uso de esta denominación, pero todo apunta a dos referencias: el bar Lone Star y la revista Bear Magazine. De hecho existía cierto lazo con la propia comunidad leather, ya que algunos moteros exhibían de forma orgullosa la barriga y la barba como señas de identidad, y se reunían también en el Lone Star. (Este vínculo persiste hoy en día, de forma que en la comunidad leather es fácil ver personas de aspecto osuno, y en los bares ‘bear’ encontramos a veces algunos osos con estética leather.)

Cuando aparece por primera vez el Bear Magazine, se produce un fenómeno social sin precedentes. La revista se agota en pocos días y comienzan a llegar a la redacción cientos de cartas eufóricas celebrando el contenido de la revista: por fin una revista con fotos de hombres peludos, gorditos, con barbas pobladas, y... sorpresa: ¡no superdotados! Pero vayamos por partes. ¿Qué es eso de "por fin"? La revista acababa de inaugurar la posibilidad de un reconocimiento distinto, un espacio de representación nuevo, había presentado una imagen de "cuerpo deseable" hasta entonces atípica, que sin embargo produjo la identificación de un enorme número de personas. Los lectores expresaban básicamente dos ideas: "a mí me encantan ese tipo de hombres, pero pensé que nadie compartía mi gusto", y también: "yo tengo ese aspecto, pero creía que yo no era deseable".
Los editores de la revista eran conscientes de la diferencia que querían marcar respecto a la imagen típica del cuerpo. Se posicionaron explícitamente criticando el imperio de ese cuerpo normalizado por la moda, excluyente de otras estéticas y formas de deseo. Esa reflexión política sobre el cuerpo tenía otra vertiente: los hombres que aparecían en las fotos tenían penes normales, no esas pollas descomunales de las revistas del mercado. Ello favoreció aún más la posibilidad de identificación de los lectores, liberándoles de los complejos de inferioridad que se suelen dar cuando uno se compara con semejantes prodigios de la naturaleza. Y, finalmente, los osos no eran necesariamente jóvenes: en la revista aparecían frecuentemente hombres maduros, mostrando gozosamente su desnudez (los osos polares, de hermosas barbas canosas).

El fenómeno bear se difundió rápidamente en EEUU y Canadá, y poco más tarde por Europa, Australia y Japón. Se fundaron numerosos clubes, se abrieron bares de osos, se crearon cientos de páginas de Internet, y se comercializaron otras revistas (Husky Magazine, American Bear, Bulk Male, Big Ad, etc), vídeos y complementos ursinos. En 1997 aparece el primer ensayo sobre el mundo de los osos gays, un estudio donde se analiza el origen de este movimiento, sus características y las implicaciones sociales que está teniendo  ("The Bear Book. Readings in the History and Evolution of a Gay Male Subculture", por Les Wright (editor). Harrington Park Press, Binghamton, Nueva York, 1997). En el Estado español se crean los primeros colectivos de osos a mediados de los años 90, y desde entonces han crecido hasta formar grupos en casi todas las comunidades autónomas. Bares como el Bear Factory en Barcelona, el HOT en Madrid o El hombre y el oso y el Man to man en Sevilla con referencias muy populares del movimiento oso del Estado español.

Los osos han producido un efecto de subversión en dos ámbitos diferentes: dentro del mundo gay, el movimiento oso es una estrategia de resistencia contra la tendencia dominante de valoración de un tipo de cuerpo/edad (danone/joven), está generando nuevos espacios de relación y de disfrute, y ha demostrado que existe una diversidad mucho mayor en las formas de relacionarse de los gays que la que se ofrece habitualmente en los medios de comunicación (incluidos los medios gays). En el ámbito heterosexual, la imagen de dos hombres barbudos besándose resulta tremendamente inquietante, rompe el molde tópico del "mariquita-loca-afeminado" que es tan útil para los héteros a la hora de distanciarse de los gays y de marcarles como una cosa rarita, ajena a ellos. Esto es distinto, la estética de los osos es cercana para el mundo heterosexual, demasiado cercana: el carnicero del barrio de la barba negra que te vende las morcillas o el fontanero de brazos peludos y bigotes que viene a repararte las cañerías pueden ser gays ("¡quién lo iba a decir!"). En el capítulo siguiente estudiaremos esa ‘cercanía’ en lo que supone de parodia de la masculinidad.


La subcultura de los osos tienen una relación paradójica respecto a la masculinidad. Por una parte se basan en el exceso, en una puesta en escena que muestra el carácter performativo del género. Por performativo entendemos el análisis que desarrolla Judith Butler en su libro El género en disputa. Butler toma la noción de Austin de actos performativos y, a partir de la elaboración que de ella hace Derrida, la utiliza para mostrar que el género en sí mismo es una ficción cultural, un efecto performativo de actos reiterados, sin un original ni una esencia:


“El género no debe interpretarse como una identidad estable o un lugar donde se asiente la capacidad de acción y de donde resulten diversos actos, sino, más bien, como una identidad débilmente constituida en el tiempo, instituida en un espacio exterior mediante una repetición estilizada de actos. El efecto del género se produce mediante la estilización del cuerpo y, por lo tanto, debe entenderse como la manera mundana en que los diversos tipos de gestos, movimientos y estilos corporales constituyen la ilusión de un yo con género constante. Esta formulación aparta la concepción de género de un modelo sustancial de identidad y la coloca en un terreno que requiere una concepción del género como temporalidad social constituida. Es significativo que si el género se instituye mediante actos que son internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es precisamente eso, una identidad construida, una realización performativa en la que el público social mundano, incluidos los mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad de la creencia. [...] Las posibilidades de transformación de género se encuentran precisamente en la relación arbitraria entre tales actos, en la posibilidad de no poder repetir, una de-formidad o una repetición paródica que revela que el efecto fantasmático de la identidad constante es una construcción políticamente endeble. [...] El hecho de que la realidad de género se cree mediante actuaciones sociales continuas significa que los conceptos de un sexo esencial y una masculinidad o una feminidad verdadera o constante también se constituyen como parte de la estrategia que oculta el carácter performativo del género y las posibilidades performativas de que proliferen las configuraciones de género fuera de los marcos restrictivos de dominación masculinista y heterosexualidad obligatoria"

En el caso de la cultura bear, la representación es una replicación de “lo natural”. El hombre bear juega con una presunta naturaleza salvaje, una masculinidad idealizada que enlaza directamente con lo animal y que rechaza –aparentemente- los suplementos de la cultura gay dominante (interés por la moda, refinamiento, amaneramiento, maquillaje, afeminamiento, etc). Pero también en este caso se trata de una naturaleza que nunca estuvo allí, es decir, se recrea performativamente una estado natural-animal que jamás han experimentado los seres humanos. En ese sentido, la fragilidad de la masculinidad se muestra en la laboriosa reconstrucción, en la imposible nostalgia de un “hombre natural” que es recreado en la estética bear.

Este doble juego de natural-artificial se muestra claramente en la revista Bear Magazine. En la cabecera de la portada reza el siguiente frase: “Masculinity without the trappings” (Masculinidad sin adornos). Sin embargo, en su interior la mitad de las páginas de la revista son anuncios de complementos para la construcción del oso ideal, es decir, esos adornos de los que renegaba en la portada: gorras, tirantes, camisas de cuadros tipo leñador, botas de montaña, vaqueros, cinturones... Incluso la barba, elemento clave de esta cultura, suele aparecer cuidadosamente recortada en los modelos de la revista.

Se trata una vez más de una estilización de la conducta, pero es importante señalar que la masculinidad heterosexual participa exactamente del mismo proceso. El hombre heterosexual aprende desde el nacimiento unos códigos que va a repetir continuamente, y que marcarán su experiencia subjetiva de la masculinidad. Pero esos códigos no son menos artificiales que los de un leather o un oso. Es más, podríamos decir que ‘la heterosexualidad’ es uno de esos rasgos que constituyen la masculinidad ideal. Lo interesante de los osos es que utilizan los códigos masculinos pero al final se produce una traición, no son hombres ‘de verdad’ porque son gays.

Es importante recordar que “vestirse de hombre” es algo que los hombres aprenden; los hombres “biológicos” repiten unos códigos que les integran en la hombría “social” y en la masculinidad, pero esos códigos vienen dados por un contexto cultural concreto, no son propios de ningún sujeto a priori. Si llevamos al extremo esos códigos de la masculinidad, como hacen los leather y los osos, podemos mostrar y desenmascarar ese carácter teatral de toda identidad.

Sin embargo hay siempre un envés en estos procesos sociales, se da la posibilidad de una asimilación a los sistemas de dominación heterocentrados.

La otra lectura que podemos hacer de estas subculturas va en la dirección contraria. Lo bear plantea una posibilidad de normalización y de integración bastante peligrosa. Su parecido a la cultura heterosexual dominante hace que a veces se caiga en la tentación de recuperar el discurso plumófobo y normativo. Algunas corrientes de la cultura de los osos son profundamente plumófobas (además de misóginas y lesbófobas), acusan a las locas de dar una imagen ridícula de los gays, y reivindican una masculinidad “normal” e integrada que busca la aceptación del colectivo heterosexual. Son argumentos del tipo: “soy normal, no quiero diferenciarme de los heteros, soy un hombre masculino, no quiero que se me note que soy gay, así me aceptan mejor, yo valoro a los hombres de verdad no a esas locas ridículas...”. En realidad este discurso supone un nuevo proceso de armarización, un uso interesado de la masculinidad para pasar ‘desapercibido’.

Esta lectura, profundamente conservadora, pretende recuperar la idea de un hombre natural, y vincularla de forma directa con la masculinidad (como si el binomio hombre=masculinidad tuviera sentido). Para la mirada heterosexual es también enormemente reconfortante, permite recuperar a un gay “sano”, que no cuestiona la masculinidad ni perturba sus códigos. Este proceso muestra la capacidad de los sistemas para asimilar e incorporar las nuevas identidades.
No obstante, siempre nos queda la posibilidad de retorcer de nuevo los códigos, de hacer proliferar nuevas subculturas que desestabilicen el sistema heterocentrado y su producción de géneros estables.



Javier Sáez, Sociólogo .

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