jueves, 22 de noviembre de 2012

Infarto de Placer




Sí, apriétame, mi pequeña, mi amor! ¡Apriétame, más fuerte! ¡ Qué hermosa eres en el placer!... ¡Sensual criatura¡...estás gozando... eres feliz, ¡oh, Dios Mío¡
Era un extraño espectáculo. La Condesa, con los ojos en llamas, el cabello desordenado, se arrojó temblando sobre su víctima, cuyas sensaciones también comenzaban a agitarse. Se aferraron una a otra, ahogando sus gritos bajo los besos.
La cama crujió bajo el furioso embate de la Condesa y su víctima.
Pronto, calmada, agotada, Fanny dejó caer los brazos. Se quedó pálida e inmóvil como un hermoso cadáver.
La Condesa estaba en el delirio. El placer la había inundado, pero no la había satisfecho. Furiosa, se dejó caer en medio de la habitación y se revolcó sobre la alfombra, excitándose con poses lascivas, provocando el exceso de placer con los dedos...
En un segundo, me dominaron el desagrado y la indignación. Quería descubrirme ante la Condesa, abrumada por el peso de mi desprecio. Mis sentidos fueron más fuertes que mi razón. Triunfó la carne. Estaba temblando, sin sentido, como si estuviera loco. Desnudo, todo encendido, rojo, terrible, me arrojé sobre la bella Fanny... Apenas tuvo tiempo de advertir ese nuevo ataque cuando percibí el temblor de su cuerpo dúctil frágil, agitado bajo el mío, respondiendo a mis embates. Nuestras lenguas ardientes se cruzaron; !nuestras almas se fundieron¡ !Ah¡


El Manual del Libertino

Gracias María Nadal