He aquí Daniel, un hombre al que
siempre le ha disgustado la plácida manera de morirse que tienen los
recuerdos, pero aun más la docilidad con que se dejan pescar cuando
los necesitamos para hacernos la vida más fácil, aunque nos
mintamos a nosotros mismos.
Hace tiempo que practican la vida de
un astronauta en el interior de una roulotte, como si
ingrávidos, hubieran perdido la noción del tiempo.
Daniel no soporta las historias en las
que los hechos trascurren según un orden previsto y ensayado.
Él no sospechó nada de nada, por qué
no lo creía posible, de ninguna de las maneras. Ni instigó nunca
una guerra de fidelidad, eso seguro. Si sus palabras suenan cómo un
reproche, o tienen el matiz histérico de los celos, es porque ahora
ya están muertas, y las rellena con dolor igual que se rellena un
animal disecado, para recordarlo y exhibirlo.
La noche fatídica, tan pronto cómo
lanzó la primera caña tuvo el presentimiento de que aquella vez
sería diferente. Cómo si alguien pusiera en marcha un complot
en su contra, el animal olfateó la trampa.
Las secuelas de aquella noche son
incontables. Es como si cada instante le hubiese inoculado un virus
que ha ido ramificándose por dentro a lo largo de los meses y ha
brotado después con un efecto retroactivo para contaminar todos los
rincones de su vida.
Nunca podrá descubrir el escalofrío
y el asco que desde entonces tiene cada vez que tiene un bañador
mojado, o un bóxer húmedo que no se han terminado de secar.
Su caja negra tiene grabada en la
memoria una reacción cobarde, ridícula, de criatura. A veces en
seco, le sudan las sienes y se descubre pensando si aquello fue solo
la punta del iceberg; como si hacerlo en sus narices, tal vez era
para Irina la quintaesencia del placer.
- He tirado las postales al correo. He puesto que nos divertíamos mucho, que pescas peces y algún que otro pulpo. Y que es una lástima que se acaben las vacaciones.
- ¿Has pasado por recepción?
- Si… Tengo miedo
- ¿Qué?
- ….(silencio) De pasar calor en la autopista.
No sabrá nunca si
actuó de un modo visceral, si habría sido mejor mirarla a los ojos
y pedirle que hablasen con seriedad, tal y como recomiendan los
horóscopos de los dominicales. Irina tal vez se echara a llorar
deshecha y acabaría escribiendo el prologo de eso que llaman un
periodo de confianza. Tal vez habrían intentado tener una
criatura. Nunca se sabe.
Sin roulotte el
coche iba más ligero. Acelera para comprobarlo….
Saudkova & Pons