jueves, 20 de septiembre de 2012

Animal Herido



He aquí Daniel, un hombre al que siempre le ha disgustado la plácida manera de morirse que tienen los recuerdos, pero aun más la docilidad con que se dejan pescar cuando los necesitamos para hacernos la vida más fácil, aunque nos mintamos a nosotros mismos.
Hace tiempo que practican la vida de un astronauta en el interior de una roulotte, como si ingrávidos, hubieran perdido la noción del tiempo.

Daniel no soporta las historias en las que los hechos trascurren según un orden previsto y ensayado.

Él no sospechó nada de nada, por qué no lo creía posible, de ninguna de las maneras. Ni instigó nunca una guerra de fidelidad, eso seguro. Si sus palabras suenan cómo un reproche, o tienen el matiz histérico de los celos, es porque ahora ya están muertas, y las rellena con dolor igual que se rellena un animal disecado, para recordarlo y exhibirlo.

La noche fatídica, tan pronto cómo lanzó la primera caña tuvo el presentimiento de que aquella vez sería diferente. Cómo si alguien pusiera en marcha un complot en su contra, el animal olfateó la trampa.

Las secuelas de aquella noche son incontables. Es como si cada instante le hubiese inoculado un virus que ha ido ramificándose por dentro a lo largo de los meses y ha brotado después con un efecto retroactivo para contaminar todos los rincones de su vida.

Nunca podrá descubrir el escalofrío y el asco que desde entonces tiene cada vez que tiene un bañador mojado, o un bóxer húmedo que no se han terminado de secar.

Su caja negra tiene grabada en la memoria una reacción cobarde, ridícula, de criatura. A veces en seco, le sudan las sienes y se descubre pensando si aquello fue solo la punta del iceberg; como si hacerlo en sus narices, tal vez era para Irina la quintaesencia del placer.

  • He tirado las postales al correo. He puesto que nos divertíamos mucho, que pescas peces y algún que otro pulpo. Y que es una lástima que se acaben las vacaciones.
  • ¿Has pasado por recepción?
  • Si… Tengo miedo
  • ¿Qué?
  • ….(silencio) De pasar calor en la autopista.

No sabrá nunca si actuó de un modo visceral, si habría sido mejor mirarla a los ojos y pedirle que hablasen con seriedad, tal y como recomiendan los horóscopos de los dominicales. Irina tal vez se echara a llorar deshecha y acabaría escribiendo el prologo de eso que llaman un periodo de confianza. Tal vez habrían intentado tener una criatura. Nunca se sabe.

Sin roulotte el coche iba más ligero. Acelera para comprobarlo….

Saudkova & Pons

sábado, 15 de septiembre de 2012

Todos sobre los que tu madre te previno

 En los años cincuenta, una de las marcas más importantes de aspiradoras probó una pequeña mejora en su diseño. Añadió una hélice, unas aspas afiladas con cuchillas acopladas unos cuantos centímetros en el interior de la manguera de la aspiradora. El aire al entrar hacía girar la hélice y la cuchilla cortaba todas las hilachas, cordeles o pelos de animales domésticos que pudieran obturar la manguera. Al menos ese era el plan.
Lo que pasó es que muchos de estos hombres acabaron en el hospital con la polla destrozada. Al menos ese era el mito.


Aquella vieja leyenda urbana acerca de la fiesta sorpresa para una guapa ama de casa en el que todos los amigos y la familia se esconden en una habitación y cuando salen gritan “Feliz Cumpleaños” se la encuentran despatarrada en el sofá con el perro de la familia lamiéndole mantequilla de cacahuete en la entrepierna…
Bueno, pues esa tía existe.





 Aquella mujer legendaria que se la está chupando a un tío que está conduciendo y el tío pierde el control del coche y da un frenazo tan fuerte que ella que le corta la polla en dos cachos de un mordisco, yo los conozco a los dos.
Esos hombres y mujeres están todos aquí.
Esa gente es la razón de que todas las salas de urgencias tengan un taladro con punta de diamante. Es para perforar el fondo de las botellas de champán y las latas de refrescos. Para disminuir la succión.



La misma gente que llega de noche caminando como patos y explica que ha tropezado y se ha caído encima de calabacines, muñecas barbies, pelotas de billar, de jerbos pataleando.
Véase también: el taco de billar.
Véase también: el hámster de peluche.
Han resbalado en la ducha y se han caído con precisión tremenda encima de una botella de champú engrasada. Siempre los están atacando una persona o personas desconocidas que los asaltan con velas, bolas de baseball, con huevos duros, linternas y destornilladores, que ahora hay que sacarles. Aquí vienen los tíos que se han quedado atascados en la entrada de agua de sus bañeras de masaje.





Entre la gente de la sala 234 está el inspector sanitario falso que llamaba a chicas de 14 años para hacerles encuestas sobre el aspecto de sus vagínas.

Aquí esta la cheerleader a la que le hicieron un lavado de estómago y le sacaron un cuarto quilo de semen. Se llama LouAnn.

El tío del cine que se quedó con la polla encallada en el fondo de un paquete de palomitas, podéis llamarle Steve y está noche su culo penoso está sentado de frente a una mesa manchada de pintura, embutido en una silla de plástico para niños de una sala de catequesis.

 Toda esa gente que creíais que eran un chiste. Ve con ellos y ríete hasta que se te caiga la puñetera cabeza. Son los compulsivos sexuales.
Toda esa gente que creíais que eran leyendas urbanas, pues bueno, son humanos. Tienen rostros y nombres propios. Trabajos y familias. Carreras universitarias y antecedentes policiales.


Ahora mismo, en la sala 234, al otro lado del pasillo, está la novia del primo de tu mejor amigo, esa chica que casi se murió follando con la palanca de cambios de un Ford Pinto después de tomar cantárida. Se llama Mandy.

Hay un tío que se coló en un hospital con una bata blanca y se puso a hacer exámenes pélvicos. Hay un tío que siempre se queda tumbado en habitaciones de motel, desnudo encima de las colchas con su erección matinal, y finge dormir hasta que entra la camarera.

Todos esos amigos de amigos de amigos sobre los que uno oye rumores… están todos aquí.

El tipo mutilado por la ordeñadora automática se llama Howard. La chica a la que encontraron colgada de la cortina de la bañera medio muerta de asfixia autoerótica se llama Paula y es adicta al sexo. Hola, Paula.




Dame sobones de metro. Dame exhibicionistas con gabardina.
El tipo que se frota su semen en la solapa de los sobres de los cajeros automáticos. Todos los mirones, las ninfómanas. Los viejos verdes. Los que acechan en los vestuarios. Los que meten mano.
Todos esos cocos sexuales, hombres y mujeres acerca de los que tu madre te previno. Todas esas historias de miedo para que fueras con cuidado. Estamos todos aquí vivitos y renqueando. Todos esos hombres y mujeres que te parecen tan horribles y grotescos y patéticos, aquí es donde se sueltan el pelo. Aquí es dónde se sinceran. Aquí hay prostitutas y delincuentes sexuales, codo a codo con mujeres enganchadas al sexo en grupo y hombres que la chupan en librerías para adultos. Aquí está la puta que se reúne con el putero. El agresor sexual con el agredido.  

Chuck Palahniuk & David LaChapelle