Aunque permaneció en el lecho, no pudo dormir más. Inquietud, fantasmas de deseo, imágenes de placeres antes no imaginados, le torturaban en los últimos días. Y aquellas figuras recurrentes de hermosos soldados, desnudos, con sus ropajes en el suelo, y como rasgados por aceros sangrantes,brillando sobre los cuerpos , pezones rasgados cuyo fluido, en el sueño, quería beber…
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